Esta es una pequeña introducción que escribí para la tesis de mi amiga Mai Sujatovich sobre el desafío del talento en Estados Unidos. Gracias Mai por pensar en mi.
El mundo está completamente inmerso en una de las más grandes revoluciones tecnológicas de la historia de la humanidad. Nunca antes habíamos progresado con tanta velocidad e intensidad, y la sociedad está cambiando con ella. La forma en la que nos comunicamos, nos divertimos y aprendemos ha cambiado radicalmente y sigue haciéndolo a una velocidad vertiginosa. Hace unos años no podríamos habernos imaginado que seríamos capaces de comunicarnos con virtualmente cualquier persona desde cualquier persona del mundo no sólo por teléfono, sino incluso con imágenes y vídeo. Las personas se sienten más cercanas unas de otras porque pueden compartir sus experiencias de forma casi instantánea. Todos y cada uno de nosotros nos hemos convertidos en corresponsales de lo que está pasando. Siempre que algo está pasando, alguien está ahí para presenciarlo, tomar un vídeo, y a los pocos minutos millones de personas lo pueden estar viendo también. Sin duda, la revolución tecnológica conlleva una revolución social. El mundo es más pequeño que nunca, poniendo a todas las culturas del mundo cada vez más juntas, lo que hace que aprendamos a dejar de lado las diferencias y luchar por un mundo más unido.
Un efecto directo de esta revolución es el crecimiento explosivo de la demanda de profesionales expertos en el desarrollo de la tecnología digital. Tanta intensidad tiene que ha conseguido su propia identidad: el campo STEM. STEM es un acrónimo procedente del inglés cuyas siglas significan Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Ingenieros de productos, arquitectos softwares, analistas estadísticos, científicos de la computación y una larga lista son las profesiones más demandadas y mejor pagadas por una gran diferencia hoy en dia. Millones de jóvenes alrededor del globo estudian y trabajan muy duro, aspirando a desempeñar este tipo de profesión algún día y poder formar parte de una revolución tecnológica sin par.
Una de las características más atractivas de esta revolución es que se necesitan muy poquitos recursos para construir algo que miles de personas puedan usar. Una conexión de a internet, un ordenador y talento es lo único necesario. No hacen falta fábricas, comprar materiales o contratar a cientos de empleados. Un par de amigos en un garage pueden estar desarrollando en este momento la siguiente aplicación informática que millones de personas van a estar usando en tan sólo unos meses. Es un campo muy democrático, y muy competitivo, donde tus adversarios son muy numerosos y cualquiera puede desarrollar el siguiente producto que deje obsoleto al tuyo. La innovación va a la velocidad de la luz, y quien no consiga adaptarse, de seguro morirá en un corto periodo de tiempo.
Esta presión constante por mantenerse en lo más alto ha llevado a las empresas de este sector a salir a la calle a buscar de forma incesante a los mejores talentos STEM. Necesitan a los mejores para poder seguir siendo los mejores, y la demanda no se puede satisfacer con los profesionales que puede formar un país: es necesario buscarlos alrededor del mundo.
De esta forma, países como Estados Unidos, líderes en el desarrollo de software y hardware, reclutan cada año miles de ingenieros de todas partes del mundo. Algunos de los países líderes en exportación de "cerebros" son India y China. Pero esta demanda del mercado choca frontalmente con un impedimento: los gobiernos de los países. Cada país tiene su propia ley de inmigración, y dependiendo de cuál se trate, éstas suelen ser más o menos rígidas. En el caso de Estados Unidos, la presión de las empresas está realmente causando un cambio en la ley inmigratoria, y aún se esperan más, para poder flexibilizar la entrada y manutención de estos talentos extranjeros.
En el panorama de nuestro país, España está sumida en una crisis que comenzó en el 2008, y que acumula una de las generaciones mejores preparadas de nuestra historia en sus casas, buscando un trabajo que no llega o que no está a la altura de su preparación y ambiciones. Mientras esto puede ser visto como un problema, al mismo tiempo puede ser una oportunidad para motivar al jóven español a buscar trabajo en otro país, lo que le cambiará de por vida, le hará crecer no sólo como profesional sino también como persona, y volverá a España con una perspectiva renovada para modernizar los valores de nuestra cultura. Esta generación preparada, desbordante de talento y energía, sólo necesita el caldo de cultivo apropiado para eclosionar.
Yo personalmente soy uno de esos jóvenes que ha salido fuera a buscar el ojo del huracán de esta revolución, que vivo día a día con otros jóvenes de diferentes países y que perseguimos el mismo objetivo. !ue hemos sufrido y nos hemos alegrado cuando nos han concedido nuestra visa H1-B, y que esperamos algún día poder crear algo que pueda cambiar el mundo, aunque sea sólo un poquito.
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